La obra del artista argentino Beto De Volder puede ser vista como una legítima heredera de la tradición inaugurada por el abstraccionismo rioplatense. Las relecturas de su producción siguen dando consenso para decir que se remite a las vanguardias de los años cuarenta con un sólido anclaje contemporáneo.
La publicación se organiza a partir del esquema con el que el propio De Volder explica e ilustra su trabajo: un diagrama de conjuntos con el dibujo en el centro, como génesis de un sinfín de series y variaciones. Por su naturaleza expansiva y continua, por la inestabilidad y complejidad de sus formas, por combinar citas del mundo pop con citas de la historia del arte, el diagrama funciona como síntesis y llave del universo De Volder. Beto De Volder abandonó el ambiente artístico en 1996. En lo que iba de la década, había ya participado de los espacios más relevantes para su generación. Pero, dentro de una escena que se estaba despidiendo de los últimos resabios del expresionismo y abrazaba la causa neoconceptual, De Volder de cansó de la exigencia de tener que justificar una y otra vez su trabajo. Retomó entonces el dibujo, que ya había aparecido en sus primeras obras para convertirlo en el núcleo de su producción.
Beto de Volder (1962, Argentina). Asistió a la Escuela Nacional de Bellas Artes «Manuel Belgrano» de Buenos Aires entre 1986 y 1989. Allí conoció a Agustín Inchausti, con quien compartió taller en la zona de El Abasto durante seis años. En 1993, ganó el Primer Premio en Pintura de la III Bienal de Arte Joven. Becado por la Fundación Antorchas, trabajó en el taller de Barracas a cargo de Luis Fernando Benedit y Pablo Suárez durante 1994 y 1995. Luego de un período de numerosas exhibiciones y gran producción de obra, abandonó la práctica artística a fines de la década de 1990. De regreso a la actividad, realizó Antología, una muestra en la Galería Blanca de Arte Contemporáneo (2000). Desde entonces, continuó con una serie ininterrumpida de exhibiciones individuales en distintos espacios y galerías de Buenos Aires, entre otras, Brodersohn-Martínez de Arte Contemporáneo (2001), Arguibel Art (2002), La Casona de los Olivera (2003), Sonoridad Amarilla (2003), Alberto Sendrós (2004), Zavaleta Lab (2005) y Palatina (2007 y 2009). Con otros artistas abstractos de su generación, participó en muestras colectivas, como Arte abstracto (hoy) fragilidad + resiliencia (Centro Cultural de España en Buenos Aires, 2005) y Punto, línea y curva (Centro Cultural Borges, 2011).
Junto con Fernando Brizuela y Mariano Dal Verme, formó parte del equipo de montaje del Museo de Arte Latinoamericano de Buenos Aires (MALBA), donde participó en el desarrollo del proyecto La Re-colección, que rescató obras de arte recibidas de los expositores para resignificarlas en exhibiciones realizadas durante 2004 en ese museo y en ArteBA. Entre 2003 y 2004, coordinó junto a Fernando Brizuela, Marita García, Josefina Lamarre y Mariano Dal Verme el espacio de exposiciones Volumen 3, en Buenos Aires.
Su obra está presente en las colecciones del MALBA, el Museo Municipal de Bellas Artes Castagnino + MACRO de Rosario, como así también en colecciones privadas nacionales e internacionales, entre éstas, la Colección Benetton y la Colección Cisneros. (Fuente. web: Museo de Arte Contemporáneo de Buenos Aires)
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