Cómo producen sentido los artistas visuales a partir del caos de objetos, nombres y referencias que constituyen nuestra vida cotidiana.
La cultura global y la avalancha informativa borran cada vez más la consabida brecha entre autor y público, y a través de ese límite progresivamente más exiguo, la obra de arte intenta reflexionar sobre esta serie de relaciones sin pretender originalidad. La noción de originalidad y creación se desdibuja en este nuevo panorama cultural en el que se destaca la figura del dj (disc jockey) o el programador, cuya tarea consiste en seleccionar objetos culturales insertándolos en un nuevo contexto. Se trata de captar los códigos de la cultura, las formas de la vida cotidiana, las obras del patrimonio global, y hacerlas funcionar. El arte representa un contrapoder y siempre será ‘comprometido’ en su tarea de no dejar ningún signo intacto.
Crítico de arte francés, dirigió junto con Jerôme Sans el Palais de Tokyo (París) entre 2002 y 2005. Fundador de la revista Documents sur l’art (1992-97). Fue curador del Pabellón francés de la Bienal de Venecia (1990), en el Aperto de la misma bienal (1993) y en galerías y centros culturales de París, Nueva York, Friburgo y San Francisco, entre otras. Fue director artístico de la Bienal de Lyon (2005). Actualmente es curador en el Museo Tate Britain de Londres. Entre sus ensayos se destacan «Estética relacional» (AH, 2006), «Postprodución» (AH,2007) y «Radicante» (AH, 2009)
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